jueves, 27 de septiembre de 2018

TID

Parte 1: http://cafeytrapos.blogspot.com/2018/09/el-verdugo-de-dios.html
Parte 2: http://cafeytrapos.blogspot.com/2018/09/la-ultima-risa-pagliacci-parte-ii.html


—Mierda, mierda. ¿Qué acaba de pasar? ¿Quién es ese tipo? ¿Está muerto? Sí, lo está, pero yo no lo maté, o tal vez sí, no puedo recordar nada. Pero no hay nadie más aquí, tengo que huir. Pero no puedo. ¿Qué pasó?
— ¿Qué pasó? Te lo voy a contar, ese tipo venía a matarnos, pero como no sirves para otra que cosa que escribir horribles poemas tuve que tomar el control y defenderte. Así es, yo lo maté, y fue bastante divertido. Le quité su arma y lo apuñalé, digamos, unas cinco veces. Ante la duda luego lo degollé, hubieras visto su rostro mientras lo hacía. Espera, sí puedes.
—Hey, no creas, te está mintiendo. Eso no pasó, se lo está inventando. Tal vez alguien busca incriminarte.
—Por favor, si de lo único que es culpable es de ser un mal escritor, ¿qué no leíste el poema ese del payaso que mataba a sus espectadores? La última risa le llamó, qué nombre más estúpido. Anda, vámonos. Dejemos a ese loco y sus ridículas ideas de ser verdugo de dios.
—Pero, ¿qué haremos con el cuerpo? No podemos dejarlo ahí, la policía lo verá.
— ¿Y eso qué? Que lo tire a la alcantarilla, no sé, ni me importa
—Que lo condenarán, no podemos permitir eso.
—Y una mierda, que lo condenen entonces.
— ¿Qué no te das cuenta que nos van…?
— ¿A encerrar? Ya lo estamos. Una celda no hará la diferencia.
— ¡Cállense! Carajo, no puedo saber qué lo hice, no puedo decir que no lo maté si no lo tengo claro. Esta mierda de trastorno me jodió la puta existencia. Yo quería ser escritor, quería ser famoso, ganar premios, ser reconocido por mis libros en todo el mundo. Y ahora estoy jodido. Ja, ja, es mejor que el show acabe con una última risa, ¿verdad, chicos? Vamos, ríamonos todos juntos.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

La última risa




Parte 1: cafeytrapos.blogspot.com/2018/09/el-verdugo-de-dios.html

Nadie hace caso al comediante,
un último chiste, ya sin aire
solo él puede reirse.
El público le da la espalda,
la lágrima recorre su cara.
Fracasó,
pero el show debe continuar,
tras bambalinas, su último número
y otra vez en el escenario
anuncia tiempos de cambio.
Esta es su nueva rutina,
que dice, es la mejor medicina.
Una bala cruza el salón
directo a los ojos del espectador,
aquel que lo insultó y humilló
Pánico.
Corridas, lágrimas, desesperación.
El sueño terminó.
Esto es diversión, piensa,
es gracioso en verdad
de este payaso ya no se reirán.
Telón.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Erik Hacha Sangrienta


Olaf se arrastraba por el campo de batalla, cubierto de sangre, cuando a lo lejos vio una figura acercarse. Rezó a Odín que fuera su hermano Sigrod con el anuncio de que habían vencido. Había perdido un ojo en la lucha y se le dificultaba la visión. El encuentro había sido duro y el más violento que había vivido. De todos los hijos del rey, sólo quedaban cuatro con vida.
Horrorizado, vio que la figura que se acercaba era su otro hermano, Erik, su enemigo, que llevaba la cabeza de Sigrod en una mano, y un hacha cubierta de sangre en la otra, mejor dicho, su rostro estaba completamente salpicado de ella. Portaba una sádica sonrisa mientras se iba acercando. El día que el rey Harald murió, Erik no dudó en tomar el trono y matar a quien se le opusiera. Olaf recordaba aquel banquete donde vio a su hermano Bjorn ponerse pálido luego de beber, retorciéndose en la mesa hasta su muerte mientras Erik simplemente miraba con indiferencia. Años atrás lo había visto asesinar a otro de sus hermanos, Halfdan, mediante el águila sangrienta, ese castigo que consistía en abrir a la víctima por la espalda, y luego abriendo sus costillas con los pulmones hacia afuera, de modo que parecieran alas manchadas con sangre.
-Hermano, ¿realmente es necesario que atentes contra tu propia sangre sólo por ambición? Piensa en lo que diría nuestro padre. Tu accionar no es digno del Valhalla-vociferó Olaf, sabiendo que sólo estaba retrasando su muerte
-Éste es mi destino. Debo eliminar a aquellos que sean una amenaza para mi reino. No me importan los medios, mi fin es gobernar.
Erik blandió con fuerza el hacha y lo degolló.


miércoles, 19 de septiembre de 2018

El verdugo de Dios

Dios, ¿me escuchas? He seguido al pie de la letra tus instrucciones, propagué tu mensaje tal como me dijiste, pero nadie hace caso, es más, se burlan de mí. En la calle me arrojaban piedras mientras me filmaban y se reían. Decían que yo estaba loco, ¿puedes creer eso señor?
Me invitaron a la televisión, allí había una enviada de Satanás que se hacía pasar por psiquiatra, quiso ridiculizarme, que tenía algún problema, una especie de trastorno mental.
No puedo permitir que seas humillado de esta forma, no quisieron oír. Y esa herejía debe ser castigada. Ya he hecho mi juicio sobre aquellos pecadores, pronto conocerán tu ira, pues no sólo soy tu mensajero. Soy el verdugo de Dios.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Los tiburones

"A los botes", grita el capitán, con gran desespero. "Estamos siendo atacados". La fiesta tocaba su fin. "Son tiburones", los reyes del mar, sedientos de sangre. "Mujeres y niños primero". Una dama malherida ve con melancolía a sus hijos subirse a los botes. Mientras vivan, lo demás no importa, piensa antes de cerrar sus ojos para siempre. 
El tiempo parece detenerse mientras veo con desdén a quienes no logran salvarse.
Los botes se van alejando, somos pocos los que ya estamos lejos y no corremos peligro, pero no puedo dejar de pensar, que tan solo horas atrás me encontraba bailando con la muerte.
¿Qué es eso? ¿Una aleta? No, son más. Nos alcanzaron. Se acabó, ahí vienen los tiburones a teñir de rojo el mar.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Falso hijo de un rey


Mi infancia no fue feliz. Ante la imposibilidad del rey de poder concebir un hijo, fue dictado que el próximo niño a nacer debía ser entregado para asumir el rol de príncipe. Mujeres huyeron del reino ante la sola idea de entregar su descendencia a aquel tirano, hubo quienes incluso recurrieron al suicidio. Por otro lado, hubo familias pobres que, esperanzadas en obtener alguna ayuda del soberano, se empeñaron en la búsqueda un hijo. Ese fue el caso de mis padres, un matrimonio humilde de campesinos. Una vez nacido, fui entregado a la realeza, lo que sucedió con mis verdaderos padres jamás me fue esclarecido, aunque doy por hecho que fueron asesinados.
Vagos recuerdos son los que tengo de mi niñez, pero hay algo que nunca pude olvidar. Una tarde, con solo nueve años, vi como traían a un sujeto cuyas ropas no coincidían con la vestimenta habitual del reino, parecía un soldado. Mi padre sin mediar palabra se pasó el dedo índice por el cuello y aquel hombre fue ejecutado ante mis ojos.
—Hijo, tú me sucederás, expandirás el reino, matarás a los enemigos sembrando el terror a donde vayas, y someterás a los esclavos. Serás un gran señor.
Aquellas palabras retumbaron en mi cabeza hasta el dia de hoy. No era más que un infante, apenas pude comprender en el momento su significado. Tres años después, jugando con los esclavos, que yo creía eran mis amigos, ignorando por completo su forma de vida. Uno de ellos gritó que no aguantaba más, y corrió hacia las puertas del palacio. Fue degollado en el mismo instante. Pregunté a los guardias por qué habían hecho eso.
—Órdenes del rey.                                                                                                             
Molesto, me dirigí hacia donde estaba él.
—Padre, tus guardias han asesinado a mi amigo por querer entrar al palacio.
—Si quiso entrar al palacio entonces merecía morir-respondió sin mirarme a los ojos
—¿Por qué?
—Porque era un esclavo, hijo. Y está mal que los esclavos quieran ponerse a la par de nosotros los nobles.
—¿Entonces los nobles pueden hacer lo que quiera, y el que no lo es merece ser castigado? Eso es muy injusto de tu parte padre.
Poco después fui enviado a un monasterio. Él creía que pasar tiempo con los sacerdotes cambiaría mi pensar. Cada noche rezaba a Dios para que dejara de sembrar el temor, como me había dicho años atrás, aunque sabía que todo seguía igual. Por las tardes me escapaba al bosque para estar solo.
Permanecí allí por diez años, durante los cuales fui planeando mi venganza al descubrir mi verdadera historia. Agradecí a los hermanos que me criaron y me brindaron la educación. No eran gente malvada, eran hombres con miedo.
—Hermanos, prometo que volveré con buenas nuevasme despedí de ellos, quienes habían depositado su fe en mí.
Me adentré en el reino y fui directo hacia el palacio, seguido por una muchedumbre intrigada al verme regresar. No dudé en mostrar mi espada a los guardias para que me dejaran pasar. Con mucho esfuerzo, aparecí ante él.
—¡Hijo mío!
—No soy tu hijo, ni tu eres un rey. No eres más que un falso profeta, y juro por el filo de esta espada, que hoy no gobernarás más.
Siempre me despierto en esa parte, y no tengo más remedio que contemplar los barrotes de mi celda.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Cerca, lejos

No es la nada. Es lo que no me tendrá. Es el allá en la lluvia. Es la lluvia y sus modos. Impresiones. Masas de traducción dudosa. Puntos de partida hacia ningún lugar.
Un paisaje lluvioso que me transporta hacia atrás en el tiempo, a la niñez en el campo. En los días en los que el asfalto se hallaba sumergido en el agua. 
Tu nariz, tu boca. Todo tu cuerpo me relata la historia de tus máscaras. Sé tanto de vos, que cada vez te conozco menos. Pero estás ahí, por más que trates de esconderte. Es en tus ojos, en su transparencia pura y delatora, donde te encuentro. Cerca, lejos.
De cerca solo palabras tratando de expresar algo y de lejos una forma extraña que podría ser un espantapájaros.

Paula Crovo
Sergio Custodio
Mariano D'Allegri
Micaela Zabini

La emoción del primer gol


Recibió la pelota entrando solo en el área, mano a mano con el arquero, el cual nada pudo hacer para retener el disparo y dejó que anotara. Fue tan grande su emoción, que corrió desenfrenado hacia una esquina, se quitó la camiseta, consciente de que tenía tarjeta amarilla y sería expulsado por dicha acción, pero no le importaba, había marcado un golazo, un gol que sería inolvidable. Hasta que se dio media vuelta y vio al hombre que le arruinaba el sueño. Vio al juez de línea levantando la bandera.

Mate y banco


Jorge nació en la Plata, y se mudó a Bahia Blanca a los diez años. Cuando termino el colegio sus padres le dieron dos opciones, estudiar, o hacer algún deporte, como lo único que apasionaba a Jorge era coleccionar DVDs de películas de serie B, y eso no se estudiaba en ningún lado, optó por el futbol, y eligió la posición donde menos movimiento hubiera, la de arquero.
Se fue a probar a Olimpo donde practicó penales, pero no pudo atajar ninguno, y bueno, es que él tampoco se movía, se quedaba quieto ahí en el medio tomando mate. A pesar de su ineficacia como cancerbero, decidieron dejarlo en el club como cuarto arquero, porque su inhabilidad para atajar lo compensaba preparando mate. Así pasó doce años sentado en el banco de Olimpo, en los cuales vio pasar cientos de jugadores, dirigentes y directores técnicos, siempre sentado en el banco, eso sí, con el termo bajo el brazo.
Nadie entendió bien cómo fue que un día su nombre apareció en la lista de convocados para el mundial. Algunas fuentes afirman que el entrenador tuvo un sueño donde levantaba la copa del mundo y Jorge le cebaba un mate. No hubo declaraciones al respecto. Otro rumor que crecía muy fuerte era que por su calidad como cebador, Uruguay pensaba en nacionalizarlo.
Como a Jorge se le había quemado el modem y el televisor, no tenía ni internet ni cable y no estaba enterado de la convocatoria, lo que hizo que se uniera tarde a la selección, que ya estaba por jugar los octavos. Como toda la vida, vio a su país llegar a la final sentado en su lugar de siempre.
Si el solo hecho de formar parte de la selección fue raro, más raro fue lo ocurrido en la final entre Argentina e Inglaterra. Argentina iba ganando por dos goles a uno cuando en la última jugada el árbitro sancionó penal para los ingleses, y expulsó al arquero titular. El entrenador, desesperado, llamó al Bicho Rodríguez, el suplente, para que entrara a atajar el penal. Rodríguez tomo un mate de Jorge, se persignó para entrar…pero un dolor en el estómago le impidió saltar al campo, entonces todas las miradas se clavaron en Jorge, ahora él debía entrar. A los 31 años, finalmente iba a debutar profesionalmente. Se posicionó en el arco y desafió con la mirada al inglés ejecutor. El árbitro hizo sonar su silbato y el mundo entero se paralizó. El rival pateó con fuerza al medio del arco, Jorge, fiel a su estilo, se quedó parado y lo agarró. El árbitro marcó el final del partido y todo un país celebró. Jorge decidió retirarse de la actividad al día siguiente y se puso un local de películas de serie B, de él nunca más se supo nada, ni tampoco del Bicho Rodríguez, que lo último que se dice, es que nunca más volvió a tocar un mate.