Él y sus cuatro acompañantes habían llegado al polo con la ilusión de ser los primeros en alcanzarlo, pero el hallazgo de la bandera noruega fue un golpe duro, significaba derrota.
El viaje de ida fue díficil, y la vuelta aún más, el frío era un duro rival y Lawrence lo sabía, ya habían perdido a un hombre a causa de ello, y esa también era la razón por la cual no quisieron escuchar su pedido de abandonarlo y regresar sin él, pues herido como estaba no era más que una carga.
Fue un dieciseis de marzo, un día antes de cumplir años, que Lawrence tomó una decisión. Era de noche, sus compañeros pasaban el rato riendo y jugando las cartas. El capitán se paró y dijo
Con cada paso que daba sentía cómo se helaba su aliento, pensaba en que ellos podrían volver solos, ese sería su regalo. Murió solo, en la noche.
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